Sábado, 22 de Enero de 2011 09:07
NACHO GÁLLEGO/ Kike Lera y Joaquín Murillo, bajo la dirección de Jesús Arbués, se subirán esta noche (21.00 horas) a las tablas del ‘Siete Colinas’ para dar vida a unos personajes que se reencuentran y que hacen pensar.
Jesús Arbués es el director de ‘Gaviotas subterráneas’, un espectáculo que crea una inquietante atmósfera en torno a la relación de dos viejos amigos. La obra podrá verse esta noche (21.00 horas) en el ‘Siete Colinas’. Su director habló con ‘El Faro’ sobre el teatro y el papel de la honestidad en él.
Jesús Arbués es el director de ‘Gaviotas subterráneas’, un espectáculo que crea una inquietante atmósfera en torno a la relación de dos viejos amigos. La obra podrá verse esta noche (21.00 horas) en el ‘Siete Colinas’. Su director habló con ‘El Faro’ sobre el teatro y el papel de la honestidad en él.
–A lo largo del año hacen más de cien representaciones de una veintena de montajes que llevan hacia adelante. ¿Cómo lo hacen para que todo funcione?
–Tenemos mucha gente trabajando. Hay algunos espectáculos que van en repertorio y otros que son encargos. Estos últimos años hemos estado haciendo una obra cada tres días, aproximadamente. Somos varios equipos coordinados y llevamos varios proyectos en paralelo.
–¿El hecho de hacer tantos montajes es por pasión por el teatro o por necesidad y supervivencia?
–A todos nos gusta trabajar en esto, pero es cierto que en los tiempos que corren si quieres subsistir hace falta diversificar los clientes y no colgar todos los trajes en el mismo perchero. Para nosotros es muy importante trabajar con niños y con adultos por cada lado. Evidentemente es una necesidad. Nosotros lo hacemos todo con el mismo cariño y nos entregamos igual. Cuando uno está en una profesión como esta, en la que no te vas a hacer millonario, debe tener una honestidad en el trabajo.
–Supongo que la crisis no ayuda demasiado a subsistir...
–Yo siempre digo que las crisis tienen que servir para que la gente invente cosas, pero es evidente que hay menos bolos y eso lo notas. Una crisis te obliga a mimar al público, a optimizar la distribución y las representaciones, a que los teatros optimicen el gasto. Lo realmente importante es que la cultura llegue al ciudadano. Si para ello hay que poner menos celofán en el regalo, pues se pone. la crisis tiene que servir para eliminar lo superfluo, no lo esencial.
–Y en el teatro, ¿qué es lo esencial para usted?
–Creo que el teatro no es una cosa de ocio y entretenimiento. Pienso que es algo más y tenemos que tener esa pretensión. Nosotros no somos una excusa para pasar el rato porque no ofrecemos un entretenimiento vacío. La dictadura de las audiencias nos dice que aquello que vende es lo que sirve, independientemente de la catalogación que tenga. Yo creo que en realidad las obras tienen que tener algo visual, moral, educativo, intelectual y cultural que justifique que las instituciones inviertan, más allá del mero hecho de que la gente se ría con el teatro. La clave es que la gente salga del teatro habiendo pensado, siendo un poco mejor.
–Pero ‘Gaviotas subterráneas’ tiene mucho de obra de entretenimiento en el fondo...
–Sí, está claro que entretiene. ‘Gaviotas’ habla de intriga y de dramatismo. En el fondo, detrás de todo, hay una historia sobre el tiempo que se va, sobre la amistad y sobre el ser humano. Ésto es lo que a mí me llama la atención. Es evidente que la obra es entretenida y hace reir, e incluso llorar, pero más allá de eso hay algo que trasciende a todo.
–Esta obra llegará a Ceuta tras pasar por Sudamérica y triunfar durante meses por toda España, en especial en Barcelona. ¿Qué le aporta a la obra haber viajado tanto?
–El teatro siempre está a diez segundos de la catástrofe. Cada día es distinto, cada representación es única y cada vez que sales a escena te la juegas. Viajar siempre es interesante porque siempre te hace aprender muchas cosas. Una anécdota curiosa que ocurrió en Sudamérica es que la gente se reía mucho, de muchas cosas, cuando la obra sólo tiene unos toques de humor. Para ellos es como si fuera una comedia y eso te hace pensar que cada público es único.
–¿E influye en la obra?
–Totalmente. Un ruido, un público inquieto, un público atento pueden cambiar los matices de la obra. El público influye en factores como la concentración y la comodidad e incluso en la energía que le llega al actor. Hay una corriente energética que establece un nexo con el público.
- Ustedes hacen que parezca sencilla una cosa que es muy complicada: combinar la esencia del teatro más ancestral con las artes escénicas y la tecnología más moderna. ¿Cómo han logrado hacerlo?
–Con el tiempo y la edad voy comprendiendo algunas de las cosas que debo comprender del teatro. Ahora lo único que me pregunto cuando hago un espectáculo es si soy sincero o no lo soy. Antes pensaba sobre si estaba técnicamente mal o bien, ahora creo que eso está superado. Yo creo que cualquier cosa se puede hacer si eres sincero profesionalmente hablando. ‘Gaviotas subterráneas’ no lleva ningún efecto y, por ejemplo, ‘Habibi/Amado’ está completamente llena de ellos. Cada espectáculo requiere de una serie de cosas y lo importante es no dar el palo al espectador. Quiero decir que no hay que poner una pantalla de vídeo cuando no crees que haya que ponerla y viceversa. Hay una frase de Eduardo de Filippo que me gusta mucho y que dice: “Si vas a buscar la vida encuentras la forma. Si vas a buscar la forma encuentras la muerte”. Yo creo que la clave del teatro es ir a buscar la vida, es decir, la autenticidad. No engañar al público. Intentar contar una historia y ser sincero en la forma de hacerlo. Si haces eso la forma terminarás encontrándola. Si ves los dos espectáculos que te decía antes igual piensas hasta que son de diferentes compañías, pero cada obra requiere unas cosas. Lo que hacemos es coger a la gente y contarle una historia. Como creadores debe preocuparnos que se la crean.
–Totalmente. Un ruido, un público inquieto, un público atento pueden cambiar los matices de la obra. El público influye en factores como la concentración y la comodidad e incluso en la energía que le llega al actor. Hay una corriente energética que establece un nexo con el público.
- Ustedes hacen que parezca sencilla una cosa que es muy complicada: combinar la esencia del teatro más ancestral con las artes escénicas y la tecnología más moderna. ¿Cómo han logrado hacerlo?
–Con el tiempo y la edad voy comprendiendo algunas de las cosas que debo comprender del teatro. Ahora lo único que me pregunto cuando hago un espectáculo es si soy sincero o no lo soy. Antes pensaba sobre si estaba técnicamente mal o bien, ahora creo que eso está superado. Yo creo que cualquier cosa se puede hacer si eres sincero profesionalmente hablando. ‘Gaviotas subterráneas’ no lleva ningún efecto y, por ejemplo, ‘Habibi/Amado’ está completamente llena de ellos. Cada espectáculo requiere de una serie de cosas y lo importante es no dar el palo al espectador. Quiero decir que no hay que poner una pantalla de vídeo cuando no crees que haya que ponerla y viceversa. Hay una frase de Eduardo de Filippo que me gusta mucho y que dice: “Si vas a buscar la vida encuentras la forma. Si vas a buscar la forma encuentras la muerte”. Yo creo que la clave del teatro es ir a buscar la vida, es decir, la autenticidad. No engañar al público. Intentar contar una historia y ser sincero en la forma de hacerlo. Si haces eso la forma terminarás encontrándola. Si ves los dos espectáculos que te decía antes igual piensas hasta que son de diferentes compañías, pero cada obra requiere unas cosas. Lo que hacemos es coger a la gente y contarle una historia. Como creadores debe preocuparnos que se la crean.
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