miércoles, 18 de marzo de 2009

ÉXITO DE CRÍTICA Y PÚBLICO EN GIRONA CON "UN DÍA, UNA HORA"

Obras: La partida, Un día, una hora y Proyecte Llenamú.
Compañías: La Partida, Producciones Viridiana i Cor. Cia.
Lugar y días: sala La Planeta, 6, 7 y 8 de marzo del 2009
DANI CHICANO. "Al mismo tiempo que en el Teatro Municipal, el fin de semana pasado, se hacían tres funciones de la megaproducción Aloma, surgida de la alianza del TNC y Dagoll Dagom, la sala La Planeta hacía de cobijo del teatro vivo, de tres pequeñas producciones que están en las antípodas de Aloma en todos los sentidos, premiadas en la Muestra de Teatro de Barcelona del año pasado, que este año han encontrado la burbuja de oxígeno del circuito creado por las salas alternativas de fuera de Barcelona. La partida, Un día, una hora y Proyecto Llenamú, desgraciadamente, han tenido poco público, pero ha sido más por desconocimiento que no porque las producciones no tuvieran calidad. Alguna de éstas, si hubiera la posibilidad de mantenerlas en cartel una temporada, de bien seguro que acabarían llenando la sala por el efecto boca-oreja. Esto es lo que pasa en Barcelona cuando un espectáculo es bueno, pero fuera de Barcelona, en el resto de Cataluña, se exige al público que sea valiente, audaz y arriesgado a la hora de elegir, porque, o un espectáculo concreto lo ve un día determinado, o más tarde extrañamente no tendrá la oportunidad.

Un día, una hora es uno de estos tipos de espectáculos que tiene el efecto de llamamiento sobre el público, pero también puede llegar a tener el mismo efecto La partida, aun cuando no llega al nivel de excelencia del anterior, especialmente en la interpretación. Un día, una hora, posee el encanto, la ternura, la ingenuidad y la poética de los autores de los textos, niños de 6 a 12 años, que cinco actrices dicen de varias maneras, la mayoría adoptando una tesitura infantil, pero siempre dirigidas lo suficiente inteligentemente por Jesús Arbués para evitar un peligro manifiesto: que el recurso utilizado no acabe cansando al espectador y desvirtúe el espectáculo. Antes al contrario, refuerza un espectáculo cautivador, con una cuidadísima puesta en escena que hace que el público se lo pase a las mil maravillas y ría a pedir de boca con los chistes extemporáneos de la chiquillería, posiblemente porque estos nos retrotraen a nuestra época de niños, en la que también eramos capaces de largar algunas de la altura de un campanario".

Artículo original íntegro: Una mostra de teatre viu

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